

Roma me recibió, pero Sicilia me adoptó.
A solo seis meses de mi llegada, el destino me llevó a Siracusa, una ciudad siciliana del 700 a.C. Allí experimenté una serie de déjà vu tan intensos, que sentí por primera vez la sensación de haber llegado a casa. Durante diez años, esta tierra generosa me adoptó y curó las heridas que me habían causado injustamente en el lugar donde nací. Me integré con facilidad a su cultura, me sumergí en la excelencia de su enogastronomía, me enamoré perdidamente de la cocina casareccia y de la pureza absoluta de sus productos.
Sicilia no solo me cuidó; despertó en mí una pasión por su excelencia culinaria, a menudo desconocida o subestimada, incluso por los propios italianos.
Comenzar de cero por segunda vez en USA
Pero la vida tenía otros planes para mi y en el 2015, mi corazón de madre me trajo al hermoso y frenético Miami para reunirme con mi hija y conocer más tarde al gran amor de mi vida: mi nieta Sofía. Llegué a este gran país con 52 años, sin dominar el inglés y sin los recursos económicos necesarios para empezar de nuevo a esta edad, pero con activos muy valiosos: mi determinación y el legado de una cultura culinaria sícula que ya era parte de mi ADN.
Durante los siete primeros años, mis manos —las mismas que redactaron documentos legales — limpiaron pisos en casas y edificios. La pasión por mi profesión y la cocina pasaron a un segundo plano en mi refugio personal. Era un susurro que me hablaba de lo que podría ser en un futuro.
Ese susurro empezó a ser cada vez más insistente y a hacer más grandes los deseos de hacer cosas que amara y que me vincularan con mis pasiones y con Italia. En 2020, algo hermoso comenzó a florecer. Empecé por hobbie a crear taglieri de salames y quesos para mis amigos, e incluía muestras de aperitivos italianos. Mis primeros clientes vieron en cada tabla mucho más que comida: vieron el viaje de mi alma y mi amor por Italia y me animaron a iniciar mi proyecto de Tablas fusionando la charcutería tradicional con ciertos aperitivos italianos reconocidos y excelencias sicilianas que aún no son honradas como merecen no obstante su bondad.
Fue entonces cuando supe con certeza que había llegado el momento de honrar a Sicilia. Tenía que traer sus tesoros culinarios a Miami. Se lo debía a la tierra que me devolvió el alma cuando todo parecía perdido.
Así nació Boho Charcuteríe.
No es solo mi empresa; es la manifestación tangible de un sueño que sobrevivió al exilio, a la pérdida, a la incertidumbre. Cada tabla que diseño es un tributo a esa herencia: la fusión perfecta entre la charcutería clásica y los antipasti que elaboro con mis propias manos para conservar el espíritu "casareccio", cada uno llevando un pedazo de esa Sicilia que me formó.
Cada Tabla o Bandeja que confecciono es única y las diseño "como si pintara un cuadro" con "los colores" que eligen mis clientes. Cada ingrediente tiene su lugar, cada color su propósito, cada sabor cuenta una historia. Cada Tabla refleja lo que el cliente quiere para su momento especial. No es casualidad que se llame "Boho Charcuterie" —es un homenaje al espíritu libre que ha guiado mi vida entera.
Mi cocina y mis tablas son la expresión viva de esta historia, contada bocado a bocado, para todos los que busquen un pedazo de autenticidad y respeto una cultura culinaria de excelencia en Miami.
Porque detrás de cada sabor, hay una historia.
Y ésta, es la mía.


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